HISTORIA DEL HOSPITAL PABLO VI

La historia de nuestro hospital se remonta al año 1968 cuando se construyó el centro de salud Pablo VI Bosa, en terrenos y con materiales donados por la comunidad, el Centro de salud hacía parte de la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, asignado a la Regional 4 de la cual dependía administrativamente. Veintidós años más tarde en 1990 se expidió la Ley 10/1990 que facultó al Concejo de Bogotá para que mediante el Acuerdo 20 de 1990 organizara el Sistema Local de Salud, SILOS, por el cual se organiza el Sistema Distrital de Salud en Santa Fé de Bogotá. Luego, por medio del Acuerdo 19 de 1991 el Concejo de Santa Fé de Bogotá, estableció la estructura básica de las entidades prestadoras de servicios de salud adscritas a la Secretaría Distrital de Salud, creándose el Hospital Pablo VI Bosa de I Nivel de Atención conformado por un Centro de Atención Médica Inmediata (CAMI) de primer nivel, 4 Unidades Primarias de Atención y 2 Unidades Básicas de Atención. En el año 1994 se implementan las Unidades Básicas de Atención UBAS Porvenir, Bosanova y San Bernardino y se inicia la ampliación del CAMI. En el acuerdo 19 de 1.991 emanado del Concejo Distrital se establece la estructura básica de las entidades prestadoras de servicios de salud en tercero, segundo y primer Nivel de Atención, adscritos a la Secretaría Distrital de Salud, de ésta manera se crea el Hospital Pablo VI Bosa I Nivel ESE.
En el año 1998, en cumplimiento de la Ley 100 de 1993, el Concejo de Bogotá expide el Acuerdo 17 de ese año, por medio del cual se crea la Empresa Social del Estado, Hospital Pablo VI Bosa, entendida como una entidad publica descentralizada del orden distrital, adscrita a la Secretaría Distrital de Salud, con autonomía administrativa, personería jurídica y presupuesto propio, conformado por UBA Los Naranjos, UBA La Azucena, UPA Olarte, UPA La Cabaña, UPA La Palestina, UPA José María Carbonell, CAMI Pablo VI Bosa, UPA Laureles, UBA San Bernardino, UBA Bosanova. En el año 1999 se inauguró la Unidad Primaria de Atención UPA La Estación César Barragán, donde se ubica el Gimnasio para atención de personas en condición de discapacidad. La excelencia administrativa y asistencial hizo que en el año 2001 la institución fuera reconocida y obtuviera el primer premio otorgado por la Secretaria Distrital de Salud como el Mejor Hospital de I Nivel del Distrito.

En el año 2000, se formuló un proyecto para reubicar la UBA Porvenir en una sede propia y con la intención de convertirse en UPA, fue en el año 2003 cuando empezó a consolidarse dicho proyecto, y fue durante el año 2006 que se logró su construcción, convirtiéndose en un centro con una infraestructura moderna y ejemplo para las Unidades Primarias de Atención del Distrito. En el año 2005 se implementaron las Unidades Básicas de Atención EL Jardín y San Joaquín para brindar cobertura a las zonas que no gozaban de un fácil acceso a las unidades de atención, unidades que funcionan en infraestructuras alquiladas y adecuadas para tal fin. En el año 2005 se implementó una Unidad Móvil de Atención denominada Toche, dada la amplia demanda y la necesidad de incrementar la oferta de servicios, se tomó la decisión de reubicar la Unidad Móvil en una Unidad fija de atención, se inauguró y entró en funcionamiento la Unidad Básica de Atención en Salud El Toche, con el concepto integral y de desarrollo social con el que trabaja. 

En Mayo de 2008 se recibe la 2º visita de seguimiento en Acreditación bajo los estándares de Acreditación Ambulatorios, los Estándares de Laboratorio Clínico, Imagenología, la cual fue otorgada para 11 centros de atención, se remodeló la UPA La Cabaña y obtuvimos el Premio de Oro en categoría pioneros en Premio Distrital a la Gestión en Salud 2008 y el primer lugar en el Ranking de la Veeduría Distrital.
Durante este mismo año la Institución determina en su Plataforma Estratégica 2008-2012 el enfoque de Responsabilidad Social Corporativa. En el año 2011 fue creada la Unidad Primaria de Atención Piamonte con el fin de tener un cubrimiento total de la Localidad con un enfoque en cuidar la salud respiratoria de las niñas y niños de la localidad.

Para el año 2012, bajo la implementación de un nuevo Modelo de Atención en Salud en Bogotá, se crean 3 Centros de Salud y Desarrollo Humano CSDH El Recreo , CSDH Santa Fé, CSDH Paraíso, y en el año 2013 se implemento la estrategia de territorios saludables por el cual se dividen los centros  de salud en territorios quedando así:

  • Territorio 1: UPA OLARTE
  • Territorio 2UPA LA ESTACION
  • Territorio 3: UPA CARBONELL
  • Territorio 4UPA LAURELES
  • Territorio 5UPA PALESTINA
  • Territorio 6UPA PORVENIR
  • Territorio 7: CSDH  EL PARAISO
  • Territorio 8UPA CABAÑA
  • Territorio 9  y 10: CSDH  SANTA FE
  • Territorio 11: CSDH RECREO
  • Territorio 12: SAN BERNARDINO
  • Territorio 13: UBA JARDIN - UBA TOCHE
  • Territorio 14: UPA PIAMONTE – CAMI CONSULTA EXXTERNA Y URGENCIAS SALUD PUBLICA – CENTRO INTEGRALD E SERVICIO – FARMACIA – ADMINISTRATIVA 1 – ADMINISTRATIVA 2 – ADMINISTRATIVA 3 – ALMACEN
  • Territorio 15UBA SAN JOAQUIN

HOSPITALES DE BOSA

La Localidad de Bosa cuenta con dos centros hospitalarios principales, estos son el Hospital de Pablo VI y el Hospital de Bosa II nivel, de los cuales se desprenden  Unidades de Primarias de Atención (UPA)) y Unidades Básicas de Atención (UBA), que en su conjunto prestan a la comunidad servicios médicos especializados, de consulta general y de urgencias, además de atención odontológica, vacunación, cirugías, entre otras.

De igual forma, estas entidades ofrecen a los habitantes de Bosa un sin número de conferecias, con el propósito de prevenir emergencias e ilustrar en temas que van desde la salud oral, pasando por la lactancia, enfermedades agudas y programas de inmunización, hasta planificación familiar y prevención de enfermedades venéreas.

HOSPITALES DE LA LOCALIDAD
HOSPITAL PABLO VI
Dirección: Carrera 78A Bis No 69 B - 70 Sur
Conmutador: 7799800
Central de servicios: 7799800
Atención al Usuario: 7752087
HOSPITAL BOSA II NIVEL
Sede Hospitalaria: calle 65 D Sur No 79 C – 90
Teléfonos: 7764003- 7801950- 7801960.
Sede Consulta Externa: calle 65 Sur No 80H – 44
Teléfonos: 717 1949
UNIDADES PRIMARIAS Y BASICAS DE ATENCIÓN
UPA Porvenir
Dirección: Carrera 87 No. 53 - 71 Sur Barrio Chicalá
Teléfonos: 7 83 00 82 - 7 83 11 29
Horarios de atención: L a V de 6:00 a.m. - 7:00 p.m. / S 7:00 a.m. - 7:00 p.m.
UPA Olarte
Dirección: Carrera 72 A Bis No 57 - 13 Sur Barrio Olarte
Teléfonos: 7 80 47 04 - 7 77 95 69
Horarios de atención: L a V 7:00 a.m. - 7:00 p.m./ Sábados: 7:00 a.m. - 4:00 p.m.
 UBA San Bernardino
Dirección: Carrera 100 No 79 - 97 Sur, Anexo al colegio Distrital San Bernardino
Teléfonos: no se conoce
Horarios de atención: L a V 7:00 a.m. - 5:00 p.m./ S 7:00 a.m. - 12:00 p.m.
UBA El Jardín
Dirección: Carrera 80P No 83 - 14 sur Barrio El Jardín
Teléfonos: 4 49 06 15.
Horarios de atención: L a V 7:00 a.m. - 4:00 p.m./ S de 7:00 a.m. - 11:00 a.m.
UPA Laureles
Dirección: Calle 73 A sur No 88 - 39 Barrio Laureles.
Teléfonos: 7 80 76 50
Vacunación: 7 80 69 99
Horarios de atención: L a V 6:00 a.m. - 7:00 p.m./ S 7:00 a.m. - 4:00 p.m.

HISTORIA DE LA LOCALIDAD DE BOSA

Como indica la evidencia histórica y material existente, el territorio donde actualmente se encuentra la localidad de Bosa, se encontraba habitada por el grupo étnico muisca, quienes se asentaron allí entre los siglos VIII y XI. Con una estructura muy probablemente de tipo cacicazgo, se desarrolló una organización social de mediana complejidad, de características semejantes a otras dispersas por el altiplano cundi-boyacense. La fertilidad del terreno, ligada a los comportamientos estacionales del río Tunjuelito, el cuál inundaba amplías extensiones depositando sedimentos que nutrían la tierra, permitieron la consolidación de una agricultura de autoabastecimiento, cuyos excedentes facilitaron las relaciones comerciales con poblados cercanos de Bacatá y Soacha.



Es lícito pensar que estas relaciones comerciales trascendían el simple intercambio de excedentes de producción, siendo auténticos ejercicios de reciprocidad social. Con lo anterior podríamos argumentar que estas relaciones permitieron un intercambio de saberes, que fortalecieron no solo lo económico, sino lo social, lo cultural, lo espiritual y lo ambiental. Resultado de esto, se establecieron algunos centros ceremoniales referidos en la vecindad con el actual municipio de Soacha. La relevancia que poco a poco adquirió la población del territorio, fortaleció la organización social, y con ello el status del territorio, siendo apreciado por otros grupos ubicados en el Sumapaz y el Tequendama, quienes probablemente realizaron un sin número de incursiones violentas.
La llegada de los españoles a la Sabana de Bogotá afectó este complejo entramado, que ante la implementación de una auténtica política de dominación basada en el “terror por la diferencia”, se debió someter a los acuerdos establecidos entre los conquistadores Gonzalo Jiménez de Quesada, Nicolás de Federmann y Sebastián de Balcázar, quienes hacía 1539 definieron el papel que ocuparía el territorio y su población posterior a la “pacificación”. Tres cuartos de siglo después, se levantó la Iglesia de San Bernardino de la Sierra, y con ello ingresó la primera comunidad religiosa, conformándose un poblado colonial acorde a las condiciones ambientales, donde se establecieron haciendas de descanso y pequeños minifundios por parte de la población española, así como de los primeros “mestizos”. De igual manera, se constituyó el Resguardo Indígena como estrategia de protección a la población originaria, ya desplazada a un territorio marginal, el cuál será sometido a violentos procesos que llevarán a la disolución del mismo hacia finales del siglo XIX. Estos minifundios perpetuaron un modelo de abastecimiento e intercambio, ahora motivado por los españoles, quienes demandaban desde la naciente capital los productos del territorio. Así, lentamente, Bosa fue adquiriendo el carácter de periferia utilitaria, que persistirá hasta el día de hoy. 


Durante la Conquista y Colonia, la población indígena del territorio debió someterse a un proceso de “invisibilización” para garantizar su preservación. De manera semejante a lo descrito para otros territorios, los pobladores indígenas y europeos establecieron una relación sui-generis, generando un campo de signos y significados de “lo social”, donde se aprecia la sobreposición de historias e imágenes, como la señalada para San Isidro Labrador, presente entre los actuales pobladores del Cabildo Indígena Muisca de Bosa

Este campo simbólico se acompaño de la normativizarían, lo que permitió a la población indígena dar la apariencia imaginada por el español. Es así como el indígena de Bosa se transforma en “campesino”, facilitando la generalización de la historia europea como verdadera historia. Esto permite la configuración de “tipos sociales” propios al modelo occidental, que sin embargo no compartían semejanzas con la población del territorio. La invisibilización del indígena mediante su transformación en campesino, resulta en la configuración del “raizal” de Bosa, quienes creativamente conservaran una relación de arraigo económico, social y cultural con el territorio, notoriamente diferente a la población que ingresará a la localidad, en especial, en la segunda mitad del siglo XX.
Bosa, que en lengua muisca significa “cercado”, “alrededor” y “segundo”, hasta la década de los cincuenta, era un asentamiento de aproximadamente 20.000 habitantes, que  abastecía de productos agrícolas a la capital, los cuáles se comerciaban en el populoso sector de “San Victorino”. Con el advenimiento de “La Violencia”, que se expresó en una migración continuada del campo a la ciudad, así como del “Desarrollo” como discurso modernizador que reconfiguró la ciudad de Bogotá sobre una noción de “planificación”, se origina una dinámica de poblamiento de habitantes procedentes, no solo de áreas rurales específicas donde se manifestó el primer fenómeno, sino también de aquellos damnificados del segundo, constituida por población de costumbres rurales de sectores como la actual localidad de San Cristóbal.

Con estas  migraciones arriban otros pobladores, que aparentemente coinciden con el tipo campesino de los “raizales”, quienes se diferencian por los vínculos establecidos con el territorio. De allí que sean estos los que se transformen en “urbanizadores” mediante la parcelación, cesión y venta de parte de sus predios. Son estos, el segundo “tipo social”, los que se convierten en dirigentes de la localidad en virtud a la preeminencia económica, sin compartir los atributos propios de la modernidad alrededor de la noción de “Desarrollo”. Este último proceso tuvo entre sus consecuencias la elevación de costos de propiedad en las zonas consideradas residenciales del norte de la Sabana, así como la necesidad de reubicación de la incipiente industria capitalina con sede en el centro de la ciudad. Este doble proceso genera la reducción de los costos de los predios en lo local, con miras a motivar a los propietarios de la industria el restablecimiento de las mismas fuera del área urbana, siendo este el origen de la zona industrial de Cazucá.
Resultado de lo anterior, muchos de los residentes provenientes de las zonas afectadas por el diseño de ciudad, inician la parcelación y venta de los pequeños minifundios con miras a satisfacer económicamente lo que ya la agricultura a pequeña escala no lograba. En medio de campos de hortalizas surgen construcciones de nuevos pobladores, enmarcando un “estilo” propio de la localidad. Así mismo, el Estado y particulares negociaron parte de estos predios con miras a intermediar el proceso de reubicación industrial, y con ello hacerse a unos recursos. Algunos de estos lotes no lograran ser ocupados, lo que los convertirá en el escenario de los movimientos “viviendistas” en las décadas de los setentas y ochentas, quienes a través de posesiones “ilegales” e “ilegitimas”, lograran la consolidación de parte de los actuales barrios. 
El surgimiento del movimiento “viviendista” solo es posible comprenderlo en relación con la clase obrera y los migrantes de “La Violencia” en áreas rurales, quienes por sus perfiles ocupacionales, difícilmente se incorporan al régimen laboral urbano. Ambos grupos se encontraban sometidos a la elevación del costo de vida, siendo prontamente una clase marginal de la modernización. Ante este fenómeno, y el crecimiento de una conciencia política colectiva, este movimiento surge como auténtica lucha por la “vida digna”, motivando la posesión de manera ilegal de predios inutilizados. La llegada de esta población, motivada por su conciencia política a partir de 1960, contribuye a la generación de una fuerte dinámica de movilización social y comunitaria, que inicialmente tuvieron en las comunidades religiosas y los núcleos juveniles sus principales animadores. Esto llevó a que desde 1970 Bosa fuese escenario de encuentros cívicos, indígenas, religiosos, juveniles, comunales y artísticos de orden local, distrital, departamental y nacional. 



Si “raizales” y “urbanizadores” fueron incluidos fácilmente en el discurso del “Desarrollo”  - los primeros como auténticos “sub-desarrollados”, los segundos como en “vías de desarrollo” -, no sucedió lo mismo con el movimiento “viviendista”, que fue considerado una amenaza al orden reinante basado en la propiedad. Como estrategia discursiva, se consideró en ocasiones este movimiento como “comunista”, lo que causó la exposición de esta población a desalojos, persecuciones y desapariciones forzadas, asociadas por la población en especial a la implementación del “Estatuto de Seguridad” en el mandato presidencial de Julio Cesar Turbay Ayala.
Para finales de la década de los ochenta, la localidad se había configurado como resultado de su incorporación en el “Sistema-Mundo. De su incorporación en la Conquista y Colonia al Imperio español, existía la Iglesia de San Bernardino de la Sierra, alrededor de la cual se encuentran algunas de las residencias más antiguas, donde habitantes han dado paso al sector administrativo y comercial denominado “Bosa Centro”. Periféricos a este, se mantenían minifundios de autoabastecimiento u abastecimiento local, a lado y lado del río Tunjuelito, de propiedad de los “raízales” y los primeros desplazados de la modernización. Estos últimos inician el proceso de parcelación y venta que desencadena en la urbanización, que aún hoy en día se evidencia en la localidad. Los grandes lotes no ocupados por las industrias, permiten la consolidación de otra serie barrios de la mano del movimiento “viviendista”.
A “raizales”, “urbanizadores” y “viviendistas”, pronto se unirán los “desplazados”, quienes configuraran otro tipo social. A “subdesarrollado”, “en vías de desarrollo” y “comunistas”, se sumaran otros damnificados de procesos estructurales. Esta última población constituye una auténtica amalgama que procede de espacialidades diversas, y que tal vez como rasgo común comparten sus propias narrativas ligadas al sufrimiento. El discurso creado alrededor de la localidad, así como los procesos antes señalados, han facilitado la ubicación y construcción de residencias a este tipo de población, debido a la existencia de extensiones baldías, así como el bajo costo del mismo, permitiendo la continuidad del “viviendismo” y la urbanización.
Otro cara del fenómeno, consiste en la reubicación de población distrital y local marginal mediante el desarrollo de megaproyectos como METROVIVIENDA, los cuáles han iniciado a configurar otro tipo poblacional de la localidad, generando nuevos conflictos territoriales, así como el surgimiento de nuevas problemáticas, no solo en los reubicado sino en algunos de los “raizales” de Bosa.


A partir de 1991, Bogotá adquiere el carácter de Distrito Capital, y en 1992 la Ley 1 reglamenta las funciones de la Junta Administradora Local, de los Fondos de Desarrollo Local y los Alcaldes Locales. Por los Acuerdos 2 y 6 de 1992, el Consejo Distrital definió el número, la jurisdicción y las competencias de la primera; mientras el Acuerdo 9 de 1993 redefinió límites de la localidad. En este marco jurídico se conforma la Alcaldía Menor de Bosa, administrada por el Alcalde Local, y la JAL compuesta por 9 ediles.  El Decreto-Ley 1421 determinó el régimen político, administrativo y fiscal bajo el cual operan hasta hoy las localidades del Distrito.

Esta somera reseña histórica de la localidad permite comprender la configuración de la misma en virtud a una serie de discursos que se expresan de manera estructural. Este consiste en la conceptualización de la localidad como “periferia”, que para el discurso tecnocrático de la modernización, llevó a considerar el territorio como área industrial sin reconocer las particularidades ya existentes. Esto conllevó una despreocupación generalizada por la dinámica poblacional de Bosa, motivando la organización y movilización social y comunitaria en pro del reconocimiento de la propiedad y la generación de equipamientos urbanos, tales como servicios públicos, infraestructura de salud, educación y otras. Resultado de lo anterior, se desarrolló una fuerte conciencia política que desde la década anterior viene visibilizando cada vez más la localidad y su problemática, recomponiendo la antigua imagen “periférica”.

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